En los últimos años, ha surgido un debate sobre si el deporte de los niños debe ser competitivo o no. Por un lado, hay niños que tienen un espíritu competitivo innato, y ayudarlos a desarrollar esta cualidad de manera positiva es muy importante. Pero por otro lado, algunos argumentan que la competencia puede desalentar la participación y generar una presión innecesaria en los jóvenes.
Animar a los niños a construir su competitividad de manera positiva no es algo malo. De hecho, un espíritu competitivo puede enseñarles habilidades importantes para la vida, forjar su carácter y ayudarles a comprender el valor del trabajo duro y la alegría de alcanzar una meta.
Eliminar la competencia del deporte infantil también puede resultar contraproducente, ya que los niños seguirán experimentando las alegrías y las tristezas de ganar y perder, de ser el underdog y de competir, al ver a sus ídolos deportivos en la televisión, al escuchar el segmento deportivo en las noticias y al ver a sus hermanos y hermanas mayores entrar al campo.
Sin embargo, cuando se trata de competitividad, debemos reconocer que hay una línea delgada que no debemos cruzar.
Como padres y entrenadores, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que los niños sepan cómo ser competitivos de la manera correcta y sin excederse.
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La importancia de fomentar la competitividad
La competencia, o competitividad, se ha convertido en una palabra con connotaciones negativas, sin embargo, no es un desafío exclusivo del campo deportivo. La competencia es parte de la vida cotidiana, desde la escuela y la educación superior hasta el trabajo y la trayectoria profesional.
No podemos escapar del hecho de que la competencia es una parte integral de la vida, y cuando los niños tienen la oportunidad de ser competitivos y cultivar su espíritu competitivo, aprenden habilidades y mecanismos de afrontamiento valiosos. Estas habilidades incluyen liderazgo, resiliencia, compañerismo y trabajo en equipo, así como la capacidad de manejar la victoria y la derrota, superar contratiempos y establecer metas realistas.

Los deportes competitivos también enseñan a los niños el valor del trabajo duro y la determinación, y la importancia de esforzarse por una meta, incluso si no se logra de inmediato. La competencia puede sacar lo mejor de los jóvenes jugadores, motivándolos a mejorar y jugar a su máximo potencial.
Algunos niños tienen una naturaleza competitiva, por lo que es importante que los padres y entrenadores fomenten y moldeen su competitividad de manera positiva para garantizar un equilibrio saludable entre la competencia y la diversión. Esto implica enseñarles a competir de manera justa, respetando a los demás jugadores y valorando el esfuerzo y la mejora personal por encima de los resultados finales.
También es esencial recordarles que la competencia no es el único objetivo del juego, sino que también se trata de disfrutar, aprender y crecer como individuos. Al cultivar una actitud positiva hacia la competencia, les brindamos a los niños las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la vida de manera saludable y constructiva.

Ser competitivo ayuda a los deportistas a llevar sus habilidades al siguiente nivel
Si tu hijo desea dedicarse profesionalmente a su deporte y llevar su talento al siguiente nivel, el espíritu competitivo puede ser crucial.
Ser competitivo implica esforzarse por adquirir nuevas habilidades, desarrollar talento y estar motivado para hacerlo mejor que ayer o la semana pasada. No se trata de jugar por representar a su país. Se trata de tener un mejor partido que el último o realizar ese tiro que no pudiste hacer la temporada pasada.
Lograr esos nuevos hitos proviene de invertir tiempo, esfuerzo y atención en aspectos del juego que son importantes para el jugador. El progreso proviene de ser competitivo y competir contra tu última actuación.
Tener personas a tu alrededor que también están esforzándose por eso solo fomenta más talento, es inspirador ver a otros trabajar duro y alcanzar nuevas metas. Así es como vemos la competencia, todos en un viaje para jugar a su máximo potencial rodeados de personas que apoyan ese viaje de competitividad y crecimiento personal.

Consejos para papás
Entonces, ¿cómo puedes animar a tus hijos a ser competitivos sin llevarlo demasiado lejos? Aquí tienes algunos consejos útiles.
1. No caigas en el rol del padre que genera conflictos en el deporte infantil.
Todos hemos visto a uno: dan vueltas de un lado a otro en la línea de banda, discuten con el árbitro y gritan desde las gradas. No seas ese papá.
Tus hijos modelarán tu comportamiento, así que si muestras cualidades de mal fair play, ellos también lo harán. Cuando te excedes desde la banda, tu hijo puede pensar que está bien replicar tu comportamiento en el campo con una actitud negativa cuando se trata de la competencia.
También responden a tu comportamiento, observan lo que haces o dices que los motiva y lo que los desanima. ¿Se ven tristes cuando les gritas desde la banda? Entonces, esa puede no ser la mejor forma de abordarlo. ¿Se quedan en silencio cuando les cuentas detalladamente lo que hicieron mal en el campo de juego camino a casa después del deporte del sábado? Es posible que no los estés convenciendo con esa conversación, ellos ya se desconectaron. Presta atención a lo que haces que los anime a jugar y disfrutar del deporte, no lo contrario.
Al final del día, el deporte infantil es… deporte infantil. No es la Copa del Mundo o un partido por la medalla de oro. Está ahí para ser disfrutado y celebrado.
2. Se trata de mentalidad y talento
Enseñar a los niños a ser competitivos es equilibrar el esfuerzo y el talento con la mentalidad adecuada. Si necesitas ayuda para desarrollar esta característica en tu hijo, busca un entrenador deportivo privado que pueda trabajar con tu hijo en un entorno individual.
Los entrenadores privados profesionales enseñan más que solo habilidades técnicas, también ayudan con la mentalidad y el juego mental. A veces, los consejos de alguien que no es su padre pueden tener un gran impacto. Además de eso, un entrenador privado está ahí para fomentar sus talentos individuales y ayudarles a entender qué les ayudará a alcanzar sus metas personalizadas.

3. Cada niño es diferente
Mientras que algunos niños prosperan siendo competitivos, otros no lo hacen, así que sé abierto a adaptar tu enfoque. Si tu hijo no responde al lenguaje de la competitividad, encuentra otras formas de mantenerlos motivados y mejorar.
Fomentar que tu hijo desarrolle la competitividad no debe ser a expensas de su confianza o participación. Creemos que construir un amor duradero por el juego es esencial para todos y a veces encontrar el deporte o actividad adecuada lleva tiempo. Presta atención a hacia qué se sienten naturalmente atraídos.
5. Puedes fomentar la competitividad, incluso si no es natural
Si tu hijo es tímido o tranquilo, aún puedes ayudarlo a desarrollar la competitividad aunque no sea natural en ellos. Pero no los presiones demasiado o demasiado rápido, ya que esto puede alejarlos por completo del deporte.
En lugar de ello, anímalos a establecer metas o intenciones para sus sesiones de entrenamiento y juegos. Pregúntales sobre su contribución y desempeño en los días de juego, ayúdalos a ver la conexión entre su esfuerzo y su rendimiento. Pregúntales qué aprendieron en el entrenamiento para ayudarles a recordar ideas clave para su progresión. Impulsar su potencial no sucede de la noche a la mañana, es un proceso gradual.

6. Todo se trata de cómo lo enfoques
Ser competitivo no se trata de ser agresivo o dominante. Cómo hablas sobre la competitividad es importante: se trata de ser asertivo y estar listo para enfrentar un desafío.
Los deportes competitivos son una buena lección de vida en la que las cosas no siempre salen según lo planeado y, si bien las derrotas son devastadoras, también forjan el carácter y ayudan a moldear y definir a los jóvenes. Anima a tu hijo a jugar a su máximo potencial a través de un espíritu competitivo y una mentalidad, en cualquier edad.






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