Por Alejandro Mendoza
Parte de la naturaleza de los papás es dejarlo todo por los hijos y aplica para ese esfuerzo extra en la educación, pero ¿hasta qué punto?
‘No hay plazo que no que se cumpla, ni fecha que no llegue’. Esta frase aplica para ese momento en que nuestros hijos dan su paso a la vida escolar y entran al jardín de niños, donde la pregunta natural es: ¿qué escuela queremos para nuestros hijos?
La respuesta corta es: depende. El abanico de posibilidades es extenso y abarca desde instituciones públicas, privadas, las que están cerca y lejos del hogar, las recomendadas, las mejores calificadas en Internet y un largo etcétera.

El abanico de posibilidades es extenso.
La lógica indica que, a mayor colegiatura, la formación y conocimientos deben ser mejores, aunque hay puntos a matizar. El más importante es ser honestos como papás, con nosotros, con nuestros hijos y nuestras familias.
Si es inalcanzable pagar para esa escuela políglota, con intercambios y viajes de por medio, la vida ni las opciones se acaban.
Debemos considerar que la escuela será una extensión de nuestra familia, con valores y principios que se encuentran en el hogar y también en un nivel socioeconómico similar.
Más allá de inversiones como: colegiatura, inscripción, útiles y uniformes, si optamos por una escuela onerosa debemos estar preparados para comentarios como: ‘mis compañeros se van a ir de fin de semana a Acapulco, ¿puedo ir con ellos?’ O, ‘mis amigos irán a Disney este verano, ¿nosotros no?’
Si existen las posibilidades y no se desbalancea el presupuesto familiar, ¡qué mejor! Pero si para mantener el estatus habrá presión en nuestro día a día y nos quitará el sueño, es momento de replantearse la situación.
Otro punto por matizar es que no existen escuelas perfectas. Como buena institución es manejada por personas, con virtudes y defectos, y no será extraño que un profesor deje qué desear, o la carga de tarea sea mucha, o lo estrictos que pueden ser. Si bien lucen como pequeños detalles, pueden ser determinantes en el largo plazo.
Si bien hay decisiones que se pueden tomar de manera unilateral y sin la necesidad de consultar a la pareja, la escuela y la educación no es una de ellas. Llegar a un punto intermedio entre lo que buscan las partes dará beneficios, tanto para la relación, como a los hijos.
Responder ¿qué escuela queremos para nuestros hijos? Es solo el primero de varios pasos que damos como familia. El siguiente será lidiar con lágrimas y momentos de tristeza acompañados de un ‘no quiero ir al colegio’, pero esa es una historia en proceso.






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